Mi Ikigai de cada día

Hay una pregunta que conviene hacerse con mucha frecuencia durante la vida: ¿qué quiero hacer cuando sea mayor? En otras palabras, ¿qué me gustaría verme haciendo dentro de unos años? Preguntarse esto a las 17 años, a los 26, a los 35, a los 47, a los 55, a los 64 o a los 70 es una sana forma de ver en perspectiva lo que hacemos y en qué medida se acerca a lo que realmente nos gusta hacer.

Claro, el desafío es saber qué es lo que realmente nos llena. No solamente porque hay casi infinitas posibilidades sino también porque nuestros gustos y visión de la vida evolucionan con los años y la experiencia. ¿Cómo averiguar esto?

Llegué la término Ikigai escuchando un podcast de TED Radio Hour hace unos meses.  Con el título de “The Fountain of Youth”, varios participantes en charlas TED hablaban de la longevidad desde distintos puntos de vista: desde el de la ciencia a la filosofía o la religión. E n particular recomiendo la charla de Dan Buettner (quien habla del Ikigai) titulada “Cómo vivir para tener más de 100 años (“How to live to be +100”). Y me llamó la atención el que se diera tanta importancia a una cosa tan sencilla como es las razones que uno tenga para vivir.

¿Qué es el Ikigai? Traducido del japonés 生き甲斐, es la combinación de dos palabras: “Iki”, que alude a la idea de “vida”, y “Kai”, que aproximadamente se refiere a la materialización de lo que uno desea. Podemos traducir Ikigai como “La Razón de Ser” o, como más me gusta por lo gráfico del concepto, “Lo que hace que nos levantemos cada mañana”. Aunque sea lunes.

En uno de los talleres que doy sobre Comunicación empiezo preguntando además del nombre de cada participante por su idea de la felicidad. La suya propia. A palo seco, sin avisar y a primera hora de la mañana. Tras el primer momento de silencio todos se ponen a escribir  en pocas palabras lo que entienden por felicidad, y las respuestas suelen ser básicamente parecidas: bienestar personal, estar bien acompañados en la vida, momentos de familia y amigos, un trabajo que les guste y esté razonablemente pagado, encontrarse a sí mismos y saber disfrutar de los pequeños detalles de la vida. En cierto modo hablan de sus momentos “Hygge”, de paz y bienestar acompañados por alguien especial.

Son tantas las cosas que podemos hacer, que tenemos que hacer, que creemos que debemos hacer, o que pensamos que se espera que hagamos que olvidamos pensar serenamente qué es lo que realmente queremos hacer. En qué queremos emplear nuestra vida y llegar a su final contentos por lo que dejamos atrás. Nos falta cierta claridad de ideas a la que solamente podemos acercarnos con tranquilidad, reflexión y autocrítica. ¿Me gusta realmente lo que hago? Si tuviera otra oportunidad, ¿qué haría distinto?

gráfico del Ikigai y sus cuatro preguntasLa filosofía tras el concepto de Ikigai nos ayuda en este proceso de reflexión a través de cuatro sencillas preguntas:

¿Qué es lo que de verdad te gusta hacer? Aquello para lo que no sentimos pereza, y que haríamos más frecuentemente porque nos gusta de verdad.

¿En qué eres realmente bueno? Todos somos especialmente buenos en algo. Todos. Sin falsas modestias. Seguro que si no lo sabes conscientemente desde luego lo intuyes: sé sincero contigo mismo

-¿Por qué actividad te podrían pagar lo suficiente? Es la diferencia entre una profesión y un hobbie: que por la primera te pagan y por el segundo normalmente pagas.

-¿Qué necesita el mundo? Dicho de otra forma: ¿cómo contribuyes a conseguir un mundo mejor? ¿Por qué acciones se te recordará?

Ya podrás imaginar que allá donde las respuestas a las preguntas coincidan estará tu Ikigai, tu especie de Nirvana, ese espacio de plenitud para el que no hay lunes ni síndromes posvacacionales.

Me gustaría incluir la lista de las 10 reglas que proponen Héctor García y Francesc Miralles en su libro “Ikigai: los secretos de Japón para una vida larga y feliz”:

  1. Mantente activo en todas las etapas de tu vida y no te jubiles de la actividad. Una de las cosas que más mata es la inactividad mental y física.
  2. Tómatelo con calma. A pesar de las presiones y urgencias del día a día, intenta saborear cada cosa que haces.
  3. No comas hasta reventar. Porque menos es más cuando hablamos de una vida larga y sana. En Japón recomiendan llenar el estómago hasta el 80%.
  4. Rodéate de buenos amigos. Al final, como decía siempre mi tío Josemi, lo que buscamos es tener cerca buenas personas. En las que confiamos y que confían en nosotros.
  5. Mantente en forma para tu próximo cumpleaños. No se trata de machacarse en gimnasios, sino de que la actividad física sea parte del día a día.
  6. Sonríe. Agradece la oportunidad de estar aquí, y regala a los demás tu optimismo a pesar de los golpes que te lleguen. Ya hay bastantes malas caras por ahí sueltas…
  7. Reconecta con la Naturaleza. Eres parte de ella, y volver a casa nos recarga de una energía y perspectiva que olvidamos en las ciudades.
  8. Da las gracias. Es de bien nacidos ser agradecidos, y el hecho de dar las gracias por aquello que nos gusta o por la oportunidad de conseguirlo nos facilita ver lo que nos importa.
  9. Vive el momento. Lo pasado ya pasó y lo futuro aún no ha llegado. Disfruta de los pequeños detalles de cada día. Cada mañana es un nuevo día: aprovéchalo.
  10. Encuentra tu Ikigai y síguelo. Cada uno de nosotros es una combinación única de talentos, motivaciones y pasiones. Descubre cuál es la tuya… y disfrútala.

 

¿Sabes ya –aunque sea en general- qué es realmente importante para ti? ¿Qué es lo que te llena? Párate a pensar en qué estás empleando tu vida. O mejor y más fácil: ¿cómo vas a usar el día de hoy? Lo que vayas a hacer con esas 24 horas, ¿te acerca eso que sientes como realmente importante?

¿Conoces ya tu Ikigai? ¿No? Pues ya tienes algo realmente importante por donde empezar.

 

Imágenes: superior Japanology.org, esquema Grupo BLC

 

 

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Alberto Losada Gamst Escrito por:

Un comentario

  1. […] nuestras acciones y omisiones nos llevan a uno de los objetivos últimos de cada ser humano: sentirse bien, con la sensación de ser útil a los demás y de contribuir a un mundo […]

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