Rejuvenecer la empresa

Cómo Rejuvenecer la empresaPor toda España están proliferando los centros estéticos y de salud. Clínicas de belleza, de tratamientos faciales y corporales, dentistas especializados y lugares dedicados al adelgazamiento y nutrición. SPAs y establecimientos de wellness. Gimnasios. Tiendas de alimentación natural. Todo tipo de cursillos para mejorar la vida física e intelectualmente. Nada falta: toda persona que quiera verse y sentirse mejor lo tiene fácil.

 

¿Y qué pasa con las empresas y organizaciones? Pues esta crisis ha hecho una depuración intensa y las que no han desaparecido han tenido que sufrir mucho para continuar. Algunas han evolucionado, otras han vuelto a las prácticas de la vieja escuela en términos de gestión. Ya llevamos años con el verbo innovar en todas partes, pero no creo que su espíritu haya calado realmente. Bajo un maquillaje de modernidad siguen esos viejos hábitos y rutinas que dan confianza pero refrenan la adaptación y lastran la evolución. La artritis organizativa, la obesidad o excesiva delgadez de plantillas e inventarios, la falta de memoria y la poca agilidad son señales claras de declive. Por no hablar de la escasez de planes a futuro por no verlo claro y estar concentrados en el día a día… y en el pasado.

 

Muy probablemente sospeche usted que estos síntomas están presentes en su empresa. O quizá incluso está seguro de ello. ¿Qué hacer entonces?

Pues vayan allá unas sugerencias para rejuvenecer su empresa:

  • Echar un buen vistazo alrededor y ver cómo han cambiado el mercado y sus agentes. Casi seguro que no serán exactamente los mismos que cuando se creó su empresa
  • Revisar los objetivos de la empresa. El primero de ellos será el mismo: ser rentable. ¿Pero cómo? Probablemente haya que girar el timón para no perder el buen rumbo de las corrientes y los vientos de los tiempos. Lo que hará que el plan de negocio necesite a su vez un buen repaso y actualización.
  • Hacerlo mejor. Es decir, esmerarse por conseguir más calidad y eficiencia.
  • Sentir que el cliente es parte de la empresa. Sin su participación activa no hay futuro. Merece ser oído y mimado.
  • Admitir que las redes sociales existen. Y que tienen un peso que puede jugar en nuestro favor o en el de nuestros competidores.
  • Dedicar recursos al mundo digital. Consecuencia de lo anterior. ¿Su página web se puede ver en dispositivos móviles? ¿Ofrece información útil para el internauta? ¿Anima a ponerse en contacto y comprar? ¿Cuántas visitas hay y de dónde?
  • Identificar a los clientes presentes y futuros. Saber qué es lo que la gente compra para poder ofrecérselo. En qué condiciones, con qué características y a qué precio.
  • Contrastar qué representa su marca. ¿Esa percepción está en línea con lo que vendo?
  • Revisar la política de Marketing. Igual sus clientes originales tienen otros intereses. O han sido sustituidos por sus hijos y nietos.
  • Echar bien las cuentas. En qué nos gastamos el dinero y de dónde vienen los ingresos. ¿Cuánto me cuesta realmente cada venta?
  • Recordar por qué habría que comprarnos a nosotros antes que a los competidores. ¿Cómo es ese valor extra? ¿Se percibe? Y, lo más importante, ¿lo valora el mercado y paga por él?
  • Reconvertir al Director de Personal en uno de RRHH. Las nóminas se manejan con programas informáticos. Es mucho más importante y difícil gestionar el conjunto de talentos y emociones que integran el capital humano.
  • Contar con los empleados. Con sus sugerencias, sus proyectos, sus ideas y sus comentarios. Ellos también tienen mucho interés en que la empresa funcione cada vez mejor.
  • Terminar con los zombies. Los empleados zombie, los proveedores zombie, los productos y servicios zombie, las instalaciones zombie, los departamentos zombie… y los directivos zombie.
  • Sacar novedades. Imaginar qué puede funcionar, calcular sus cifras, hacer pruebas y prototipos. Lo que funcione, ¡al mercado!
  • Preguntar a profesionales externos. Desde fuera se ven muchas cosas que para los de dentro son invisibles.
  • Disfrutar el trabajo. Hay que erradicar el sentimiento de tristeza de cada lunes por la mañana, sustituyéndolo por la ilusión de la perspectiva de una semana por delante llena de posibilidades de hacer algo interesante y útil.

 

No es fácil rejuvenecer una empresa. Debería empezar actualizándose uno mismo, aprendiendo algo nuevo y adoptando algún hábito que le ayude a cambiar la empresa y ponerla al día. El movimiento se demuestra andando.

 

 

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Alberto Losada Gamst Escrito por:

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