El Pensamiento Simple

Termina un 2016. Estamos en unos días de balance, de revisión con cierta perspectiva de lo que hicimos y dejamos de hacer, pensando en que lo que nos dejamos en el tintero de 2017 no pasa.

Muchos acontecimientos de este año que acaba me dejan la impresión que titula este artículo: que se va imponiendo el pensamiento simple.

¿Qué es? Pues ver la vida con muy limitados matices. En blanco y negro, en bueno y malo, en me gusta/no me gusta, en apetecible y no apetecible, todo ello explicado en no más de 140 caracteres. Nada de dedicar tiempo para informarse  y esfuerzo mental para analizar esa información y, tras pasarla por nuestros filtros de preferencias y pensamientos, hacernos un criterio personal ante la avalancha de cosas que ocurren cerca y lejos de nuestra vida.

Probablemente sea cosa de los años el comprender cada vez mejor que casi todo es cuestión de esos matices que van desapareciendo. Que la vida no es en blanco y negro sino que transcurre en una ilimitada gama de colores. Recuerdo que en la Facultad de Derecho nos explicó nuestro catedrático de Derecho Constitucional que en Francia, al pasar la edad mínima para ser miembro de un jurado popular de 21 a 18 años, las penas se agravaron sustancialmente. En particular hubo preocupación por el aumento de penas de muerte –abolida en 1981-, y una de las explicaciones fue la rebaja de la edad media de los jurados. El idealismo de la juventud, naturalmente más partidaria de ver las cosas en blanco y negro, jugó un rol importante es esta evolución.

Soy de los que creen que la evolución de una sociedad pasa necesariamente por la evolución de sus integrantes. Si queremos vivir en un entorno distinto al de la caverna de los neandertales hay que esforzarse. Para ellos sus opciones eran más bien pocas y su objetivo vital bastante simple: sobrevivir como individuos y como tribus.

Si nuestro deseo es trabajar en una empresa de esas que suelen salir en las listas de las mejores del mundo para trabajar, tendremos que estar a la altura de sus requerimientos. Quien se ciña a cumplir mecánicamente con sus obligaciones será tratado como lo que es. Como un robot. Y dentro de no mucho será sustituido por uno, o por un programa informático.

 

¿Queremos más de la vida y del trabajo? Pues habrá que revisar nuestras actitudes y habilidades. Que se vea el día de trabajo –o de búsqueda de trabajo, que es lo mismo pero sin remuneración inmediata- como un día de oportunidades. Nada de quejarse echando la culpa a los políticos y a los bancos.

 

En política se está imponiendo el pensamiento simple. Sí, eso que se llama populismo. Que es la “Palabra del Año 2016” de la Fundéu BBVA , y que se redefine como  “la apelación emotiva al ciudadano y la oferta de soluciones simples a problemas complejos”. Originariamente, según el DRAE, es la “Tendencia política que pretende atraerse a las clases populares”; hoy, según el coordinador de la Fundéu, “desde el punto de vista lingüístico está viviendo un proceso de ampliación y cambio de significado, cargándose de connotaciones a menudo negativas”.

En otro artículo he defendido las bondades de la simplificación de la vida, y me mantengo. El pensamiento simple es peligroso por no ver otras alternativas, mientras que buscar cierta simplificación en la vida es consecuencia de un proceso de reflexión a menudo de años.

Cualquier fundamentalismo es malo. Desde el religioso (=mi único Dios es el verdadero y quienes no crean en Él unos infieles merecedores de la muerte) al nutricional (=esas listas de alimentos que no hay que rozar) pasando por el antes citado político (=los que no estén con nosotros es que están con La Casta) o el ideológico-social (=la corrección política). El pensamiento simple es básicamente fundamentalista porque no acepta, no contempla y menos aún respeta las preferencias de quienes opinan de otra forma.

Quizá consciente de las limitaciones de lo simple a la hora de expresar emociones –que no pensamientos- hasta Facebook introdujo este 2016 la Barra de Reacciones. Ahora es posible no solamente decir que algo te gusta, sino también otras opciones que van del “me encanta” al “me enfada”. Algo es algo…

Creo que el pensamiento simple, monocolor, monoteísta y monolítico es contrario al desarrollo de las personas y de las organizaciones. Recogiendo muchas modas ahora se está imponiendo el concepto de empresa saludable (Healthy Company), una forma renovada de trabajar que sí que contempla muchas opciones y que a la vez exige más responsabilidad de sus colaboradores. Su objetivo: que las personas sean más felices y las empresas más rentables. Todos contentos.

Si queremos enriquecer nuestra vida huyamos de la simplezas. Tan bueno como contemplar opciones variadas es decidir cuál le hace a uno más feliz, sin imponerla a nadie. Y no nos dejemos manipular por las personas y modas que intentan dictar nuestras decisiones  emplazándonos en escenarios de blanco y negro. Ante la duda, recordemos que la rueda de los colores se inventó hace tiempo. Conozcámosla… y usémosla.

Ya lo dijo Mahatma Gandhi cuando hablaba de un «Simple Living and High Thinking»: vivir sencillamente y pensar con altura.

 

¿Y tú qué opinas?

 

Imagen: PngImg

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Alberto Losada Gamst Escrito por:

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