Downshifting o Simplificar la Vida

Downshifting o cómo vivir más y mejor con menos¿Realmente necesito todo lo que tengo? ¿Estoy empleando mi vida en lo que de verdad me llena? ¿Hasta qué punto tomo mis decisiones de consumo basándome en mi criterio y no en la presión ambiental y publicitaria?

 

 

 

No son preguntas pequeñas. Ni sencillas de contestar. Precisamente porque son buenas preguntas. Unas preguntas que creo que no nos hacemos con la suficiente frecuencia ni con la debida seriedad. Sobre todo en las grandes ciudades.

 

Hace años me reía del concepto “tiempo de calidad” por considerarlo medio artificioso y medio surrealista además de decididamente triste. El contexto en el que lo conocí era el de un trabajo muy exigente en viajes nacionales e internacionales , dedicación de tiempo y consecución de resultados, y apareció en una especie de manual que una empresa de la competencia –otra consultora multinacional- ofrecía a sus empleados. A aquellos que tenían hijos les decía que si había un partido interesante en la televisión debían grabarlo para, llegado el fin de semana, verlo con ellos como si fuera en directo. Eran los “quality moments” que supuestamente debían compensar la ausencia del padre o la madre de lunes a viernes.  Snif.

 

Y sin embargo el tiempo se ha vuelto un bien tan escaso como el crédito bancario o la capacidad de acuerdo a largo plazo entre los políticos. Desde el time is money  hasta el  ¡no tengo tiempo!  parece que no hemos avanzado en calidad de vida. Cierto que tenemos televisión, lavaplatos, teléfono, ordenador, DVD, coche y otras comodidades materiales. Pero no creo que tengamos más comodidad de espíritu. Quienes vivimos en grandes ciudades andamos corriendo de un sitio para otro sin apenas tiempo para nosotros mismos. La conexión constante vía teléfono móvil es a la vez herramienta y servidumbre.

 

Tanta abundancia de cosas materiales creo que nos hace perder cierta perspectiva. Los bajos precios de la producción en China y otros países con mano de obra barata ha hecho que las casas se llenen de cosas básicamente desechables. Desde juguetes hasta electrónica. Exagerando un poco cada vez veo menos diferencias entre la típica tienda de chinos y algunas casas, llenas de cosas de poco valor. Vamos, que el espacio que ocupan vale más que la propia cosa.

 

Nos puede la impaciencia por tener. Atrás quedaron los tiempos en los que casi todos los recién casados ahorraban de novios para comprarse la casa y luego, poco a poco, la iban amueblando. Ahora se tira de IKEA y ya está la casa montada. Creo que sencillamente tenemos demasiadas cosas de poco valor, lo que nos hace difícil apreciar el verdadero valor de los objetos. La lógica nos dice que con las cosas hay que saber seleccionar igual que con los amigos: los que haya, que sean buenos. Pero no. Como cuestan poco dinero… España nunca ha sido, por cultura, un país de gente dada a pedir ayuda a consultores y expertos; por ello no creo que triunfen los servicios bastante conocidos en el mundo anglosajón como Declutters. Expertos en poner orden en las casas caóticas y llenas de trastos inútiles. Como curiosidad, vale la pena echar un vistazo a esta empresa inglesa   y a esta otra australiana . Incluso el Feng Shui se ha fijado en esta realidad. Son oportunidades de negocio nacidas del descontrol,  la falta de tiempo y el ansia de tener más cosas.

 

La okupación –con “k”- de nuestro tiempo en tareas no realmente importantes tiene el mismo efecto que el exceso de cosas. Nos impide valorar lo que hacemos y decidir si el tiempo que invertimos está justificado. ¿Tenemos que hacer todo lo que hacemos? La respuesta es un frecuente NO. Lo que pasa es que nos dejamos llevar por inercias, exigencias externas, modas y decisiones propias. Aquí debo recordar una de mis frases favoritas: el SÍ es comprometedor y el NO es liberador. Hay que usar más el no para dejar tiempo a aquello a lo que deberíamos decir que sí. A la familia, a los amigos, a nosotros mismos.

 

¿Qué es lo que realmente queremos para ser felices? Hasta que no sepamos la respuesta no podemos decidir qué nos hará falta en el camino. Hay demasiadas cosas innecesarias en nuestro complejo mundo que nos distraen y ocupan espacios y tiempos que  deberíamos usar en lo verdaderamente útil.

 

De modo que el ReThinkeamiento del frenesí de nuestra vida pasa por filosofías, pensamientos y formas de actuación que llevan ya unos años en boga. Hablamos no solamente del Downshifting que da título al artículo. También del Movimiento Slow , que anima a retomar el control del tiempo para desarrollarnos como personas con variantes como el Slow Travel  o las Ciudades Slow .  Otro movimiento semejante es el LOHAS (Lifestyle of Health and Sustainability), que promueve una vida sana y ecológicamente sostenible.

 

Quien tenga interés en simplificar su vida puede mirar varias fuentes. Desde el punto de vista empresarial es posible encontrar rentabilidad en la sencillez , y ya en un plano más personal recomiendo la lectura del artículo titulado “Simple Living Manifesto: 72 Ideas to Simplify Your Life” de Leo Babauta en su blog Zen Habits , uno de los 100 más seguidos del mundo. Se puede ver traducido al español aquí .

 

Como dice el autor y dedicado a los impacientes que estimen demasiado larga la lista de 72 ideas, ésta se puede reducir a 2:

  1. Identificar qué es lo más importante para ti;
  2. Eliminar todo lo demás.

 

¿Quién se anima a mejorar la calidad de su vida con un poco de sentido común? Yo ya voy haciendo lo que puedo en mi tarea de ReThinkear la vida. ¿Y tú?

 

Imagen: soukup

 

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Alberto Losada Gamst Escrito por:

5 comentarios

  1. […] sobre “el esfuerzo” que hay que hacer como país para superar la crisis. Hay que hacer un esfuerzo para simplificar la vida, por un lado, y ser mucho más exigentes con quienes nos gobiernan y lideran las empresas e […]

  2. […] hecho de vivir en un mundo que cada día ofrece más opciones para todo refuerza la necesidad de volver a lo sencillo. Para poder enfrentarse a él creo que en los colegios deberían enseñar la teoría de la toma de […]

  3. […] sobre “el esfuerzo” que hay que hacer como país para superar la crisis. Hay que hacer un esfuerzo para simplificar la vida, por un lado, y ser mucho más exigentes con quienes nos gobiernan y lideran las empresas e […]

  4. […] otro artículo he defendido las bondades de la simplificación de la vida, y me mantengo. El pensamiento simple es peligroso por no ver otras alternativas, mientras que […]

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